En el branding esta es la primera etapa en la que tenemos la experiencia del primer contacto, nos enfocamos en conectar con el cliente para humanizar la marca, saber qué se trata de seres humanos y no solo una marca, definimos el mensaje, las necesidades y el objetivo.
Se busca dar peso y mostrar todas las cualidades que tiene la marca en sí para que el cliente pueda conocer los valores y visión que la marca tiene y que le sirve para diferenciarse de otras.
La diferenciación en el mercado en estos momentos es de capital importancia, ya que implica de una manera directa la propia existencia de la marca porque si no la marca puede llegar a no distinguirse de las otras y de esta manera tener una existencia plana donde al final no se llegan a conseguir los objetivos marcados, como por ejemplo estar en la cabeza de nuestro público.
En el branding tenemos que hacernos preguntas. Por ejemplo, ¿Quiénes somos? o ¿Cómo nos ve nuestro público? ¿Cómo queremos que nos vea? y una pregunta que consideramos de especial importancia sería ¿Dónde queremos llegar? Al hacernos este tipo de cuestiones podemos saber qué tipo de estrategia debemos adoptar marcando de una manera clara todos los puntos que podemos mejorar para llegar a la meta que nos planteamos como marca.
De esta modo podremos establecer un camino claro que realizando las diferentes tácticas que nos irán acercando más a donde queremos llegar. En este sentido debemos ser conscientes de quiénes somos y cuáles son las acciones que más nos sitúan en la línea que hemos decidido seguir. Lo que queremos decir con esto es que pese a estar en el mismo escenario que un marca reconocida no debemos copiar las acciones que esta marca tiene en su desarrollo, sino que tendremos que elaborar las nuestras propias en función a los objetivos realista que planteamos.